"LA EPOPEYA COKEADA"

Se ganó en el primer tiempo y se aguantó en el segundo. Con un gol del Espantapajaros Tavecchio, y con un casi gol (la terminó metiendo un defensor) del Pejerrey Sturniolo, el Cokeado ganó un partido para el infarto. El uno borravino, brillante.

En quince minutos de vértigo futbolístico, buen juego, y efectividad, el Cokeado resolvió lo que a la postre terminaría defendiendo con uñas y dientes. Convirtió dos goles, le convirtieron uno, y puso el partido en el freezer, bajo candado, y se trago la llave.
Pero no se dedicó a defender el resultado por la convicción propia de la efectividad de esa estrategia, sino que las ganas de empatar del rival, y la falta de orden en el mediocampo lo llevaron a plantear el partido muy cerca del arco defendido por Equi Cusi.
Y la Yeta se venía, primero con todos sus peones, que chocaban con las murallas del imperio Cokeado, que resistían y resistían los continuos embates Yetareos.
Luego, ya debilitadas las murallas de la primera fila, se aventuró con los ataques aéreos apelando a la proyección de sus torres y a la ductilidad para moverse en espacios reducidos de sus caballos. Pero el segundo bastión de la resistencia continuaba firme, creando juego de a ráfagas, y rechazando el peligro cuando la partida lo exigía.
Ya en el final, cuándo las únicas piernas que quedaban eran las del corazón, y cuándo no se podía respirar por otras vías que no fuera las del alma, la Yeta envió sus últimas fuerzas, dispuestas a coronar a como fuera.
Hay quienes dicen que el mismísimo Rey adversario comandaba personalmente las fuerzas, que se aventuraron al área rival, en un intento desesperado de derrocar al cada vez más endeble Reino Borratinto. Y junto con el trajo a sus alfiles, que metían diagonales punzantes, y a su pieza mas importante, la Dama, que se movía en el medio y manejaba los tiempos del juego.
Y una vez más sus intentos fueron estériles. Porque el muro de resistencia no estaba del todo caído, y porque puertas adentro del Castillo de Cokeland, esperaba agazapado y dispuesto a parar lo que le tiren, el esbelto Rey Sol.
Fue así que atajó flechazos que quemaban con sus puntas ardientes, descolgó esquirlas impulsadas por catapultas que llovían sobre la misma suite real, y hasta soportó una bala de cañón que impacto de lleno un su pecho, rompiendo en un estruendoso choque, que sonó a resignación en el ejercito Yeta, y tuvo melodía de final en las filas Cokeadas.
Así dicen los comentarios de la plebe que sucedieron los hechos. "Que el reino todo recordará el día en que trecientos Cokeados defendieron su Imperio, y sobre todo su honor, soportando el ataque de millones de soldados Yeta".
Este emisario no estuvo presente en la totalidad de la batalla, y sólo le consta la existencia de unos diecisiete guerreros en el campo, quizá los sobrevivientes de esa masacre, no lo sé...
Lo que si es seguro es que en el mismo campo, y pasadas tres horas del solsticio invernal, se volverán a presentar nuevamente estos guerreros a rememorar la épica batalla sobre la que supieron cimentar su basto y federal imperio, que cubre desde los Valles de Neuquén, hasta los Altos territorios de la comarca Jujeña.
Para finalizar este comunicado Real con la cortesía que caracteriza a los aldeanos Cokeados, Estáis todos invitados a lo que puede convertirse en "La Batalla del Bi-reinado".
No os robo ni un instante mas de vuestro tiempo. Chupadme un huevo.