NI EL SANTO NI EL MILLO, ARSE,...ESTE ES EL COKEADO

En el comienzo de una nueva edición del Campeonato del Bajo, el Cokeado debutó con una victoria frente a Arsenal. Fue dos a uno, en un partido sin vuelo. Lo destacable, la actitud en el segundo tiempo para darlo vuelta.

El encuentro empezó de trámite frío y lento, con pocas situaciones, y constante cambio en la posesión del balón; como dando cuenta de la falta de fútbol debido al parate de invierno.
Dentro de esa mediocridad de juego, era el cokeado el que proponía mas, y el que tenía las chances mas claras. Pero en una contra, la delantera de Arsenal encontró mal parada a la defensa borravino y luego de un par de rebotes decretó el uno a cero.
Más allá de estar abajo en el marcador, el equipo no se desespero en ningún momento (quizá porque a esto de estar en desventaja ya lo habían vivido alguna vez) y siguió atacando durante el resto del primer tiempo. El empate no llegó en la primera etapa, pero el nivel de juego alcanzado a esa altura hacia avizorar que la paridad estaba al caer.
La segunda parte arrancó con el Cokeado mas decidido, con un medio campo que cortaba mas y armaba mejor juego, con una defensa muy solida, y con la delantera lista para desnivelar cuando se presentara la chance.
Y como todo lo que esta al caer, un rato antes o un rato después, finalmente cae, el empate del Cokeado no tardo en llegar. Fue en una jugada salida de una canción de Maria Elena Walsh, que sería mas o menos así: "Se dice que en el reino del Cokeado, cabecea hasta el mas enano". Centro del espantapajaros Tavecchio, cabezaso de la flecha Tavecchio, y como diría el gran José María TA TA goooollllll.
Luego del empate el juego fue un monólogo del borravino, con el enano Tavecchio en un nivel superlativo, que a fuerza de desbordes, arrimaba peligro cada vez que se lo proponía. Y fue en uno de estos desbordes (la jugada había empezado con un pase del pollo cerca del área propia) en que fue derribado y le cometieron un claro penal, tan claro como otro que el arbitro había dejado pasar unos minutos atrás.
El encargado de sentenciar la pena fue, como siempre, el mini Gallardo que con una caricia de pie abierto, y con mas suspenso que una de Alfred Hitchcock, puso las cosas en su lugar.
El dos a uno pareció relajar al equipo en ataque, pero se fortaleció en defensa, y aunque el Arsenal atacó con lo que pudo, no pudo doblegar las ganas cokeadas de empezar el torneo con un triunfo, como hace ya dos campeonatos. Una sana costumbre.